Esta es una historia de amor tan poco frecuente, tan apasionada, tan extrema y, a la vez, tan real, que el lector no podrá sino seguir, fascinado, su ritual desarrollo. Dos personas, cultas, civilizadas e independientes, se encuentran un día por casualidad en una calle de Nueva York, un domingo de mayo, a principios de los años setenta, y dan comienzo a una relación que pronto pasará a ser una experiencia sado-masoquista de insólita intensidad. Desde el inicio, establecen espontáneamente entre ellos estímulos sexuales que obedecen a un instintivo ritual de dominación y humillación, ritual que, por supuesto, es aceptado gozosamente, primero con sorpresa y luego con fruición auténtica, por la autora de esta estremecedora narración. Naturalmente, a medida que avanza la relación, la pareja emprende juegos cada vez más elaborados y sofisticados que, al cabo de nueve semanas y media, la conducen a ella al absoluto descontrol de su cuerpo y de su mente.
"La primera vez en que nos acostamos me sujetó las manos por encima de la cabeza. Me gustó. El me gustaba. Era hosco, en una forma que se me antojaba romántica; era gracioso, brillante, tenía una conversación interesante; y me daba placer."
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